viernes, 8 de abril de 2011

El pico de Castro de Ares y la defensa del Grial

Saliendo de Quiroga por la carretera vieja de Monforte (la actual LU-933), después de pasar Espandariz, de atravesar la N-120 en O Pontido, y de dejar atrás Nocedo, se llega al Alto de Aldriz, en donde hay un desvío a la derecha para Vilar de Lor. De este alto sale también a la izquierda un sendero que, según indicación literal de las señales que allí se encuentran, conduce a «castro de Ares» o «Castro de Ares»: hay dos señales y mientras que en una la “c” es minúscula, en la otra todas las letras son mayúsculas.

Esta última precisión no es superflua (o, al menos, no del todo). Si se escribe «Castro de Ares», uno se está refiriendo, con esas tres palabras, a un topónimo; mientras que si se escribe «castro de Ares», entonces el topónimo es «Ares», y «castro» puede significar (según el Diccionario de la Real Academia Española) dos cosas: «poblado prerromano fortificado» o «altura donde hay vestigios de fortificaciones antiguas».

Que «Castro de Ares» sea un topónimo en la actualidad, no está del todo claro, pues si bien se usan expresiones como «mirador de Castro de Ares», también se usan otras como «el Castro de Ares», que por mucho que se escriba con “c” mayúscula no deja de llevar implícito que el topónimo es «Ares». En documentos de cierta antigüedad, como el Diccionario Madoz, aparece la expresión «pico de Castro de Ares», incidiendo sobre «Castro de Ares» como topónimo.

Por otra parte, la existencia de vestigios de fortificaciones antiguas en ese lugar al que conduce el sendero mencionado, es indudable, por lo que la expresión «castro de Ares» tiene perfecto sentido. En cuanto a la posibilidad de un poblado prerromano, si lo hubo debió ser muy pequeño, porque el espacio disponible es exiguo.

Pero tomemos el sendero y subamos ya a la cima del monte a ver lo que allí hay.

Con lo primero que nos encontramos es con un cartel

que informa, entre otras cosas, de las dimensiones de la parte susceptible de albergar construcciones: 70 metros de largo por 30 de ancho. Dice también el cartel que, debido a las actuaciones aquí realizadas, las características morfológicas y constructivas originales pasan en la actualidad totalmente desapercibidas. Y añade como ejemplo de esas actuaciones, la repoblación forestal a la que la cima fue sometida en el pasado (bien atestiguada por los numerosos tocones de pinos que permanecen en el lugar) y, lo que es mucho peor, el mirador que aquí se construyó.

Esto último, la construcción del mirador, un mirador de piedra, totalmente invasivo, de unos 12 metros de largo por 6 de ancho, es un hecho absolutamente lamentable (y sólo un ejemplo más de los estragos que pueden causar el hormigón, el asfalto y otros materiales de construcción en manos de determinados políticos).

Afortunadamente, esta deplorable construcción moderna no hizo desaparecer del todo los vestigios antiguos, los cuales sobreviven principalmente en forma de la base de una muralla de unos tres metros de ancho que rodea toda la cima por su parte occidental, y que puede corresponder a la muralla de protección del hipotético poblado, o a los muros de una fortaleza o castillo que aquí se levantase, o a ambas cosas.

Asomémonos ahora al infame mirador.

Estamos en la cumbre de la llamada Peña Sabel, sobre la desembocadura del río Lor en el Sil, a 600 metros de altitud. El punto de encuentro de los dos ríos se divisa perfectamente hacia la derecha, distinguiéndose también a su lado la torre de la iglesia de Santiago de Aguasmestas.

Hacia la izquierda, el valle del Sil se abre en una vista espectacular hacia San Clodio y Quiroga, con la carretera N-120 y la vía del ferrocarril Monforte-Palencia acoplándose en la medida de lo posible a los meandros del río, y cortándolos mediante los correspondientes viaductos cuando no hay otra alternativa.

Y justo enfrente, del otro lado del Sil, está la escarpada montaña por la que sube serpenteando la carretera que va hacia Torbeo y Castro Caldelas, y desde la cual, concretamente desde el llamado “Mirador do Ladeiro”, la peña en cuya cima nos encontramos ofrece la siguiente perspectiva:

La arqueología seguramente podría decirnos mucho sobre el pasado de esta cima que pisamos, si en ella se hiciesen las oportunas excavaciones (comenzando por la destrucción del nefando mirador). Pero a falta de arqueología, demos un repaso a lo poco que la historia nos transmite.

El Diccionario Madoz, ya mencionado (publicado entre 1846 y 1850), solamente dice que el pico de Castro de Ares tiene en su cumbre las ruinas de una fortaleza cuya historia es ignorada. Manuel Amor Meilán, en el Volumen IX, Tomo 2º, de la “Geografía General del Reino de Galicia” dirigida por F. Carreras y Candí, cita a Madoz y añade su convencimiento de que lo que aquí hubo fue «uno de los antiguos castros en que tanto abunda el país». Manuel Vázquez Seijas, en el Tomo VI de “Fortalezas de Lugo y su provincia”, cita a Amor Meilán sin añadir nada más.

El único, que yo sepa, que aporta un dato documental, que permite remontar la antigüedad de los vestigios al menos al siglo IX, es Joaquín Arias Sanjurjo. En efecto, en su artículo “Sobre a localización xeográfica do Sant-Grial”, publicado en el Tomo I de los “Archivos del Seminario de Estudios Gallegos” (año 1928), menciona un documento del siglo IX del monasterio de San Vicente del Pino (de Monforte de Lemos), en el cual, al delimitar el territorio de ese monasterio, se dice: «…totum per illam semita antiqua usque circa Lupos, et item pergit de alia parte Lor, usque ad cacumen montium que vocitant vilar planu, et concludet per verticem montium, et preveniat ad illas travesas inter Lor et Carioca, et per castro de Arias, et descendit ad flumen Syle et concludet per illum flumen usque intrat Lor in Syle, et inde per lagares deinde ad Penaalva…», y no hay duda de que el «castro de Arias» aquí mencionado es nuestro actual «Castro de Ares».

Esto es prácticamente todo, al menos hasta donde yo conozco, lo que se puede decir del Castro de Ares desde el punto de vista histórico. Lo único que falta para que sea todo, es tratar de responder a la pregunta de a dónde fue a parar la piedra de la construcción o construcciones que en este lugar hubo en otros tiempos, porque es evidente que aquí no está. La respuesta nos la da también, al menos en parte, Arias Sanjurjo en el artículo mencionado. Y esa respuesta está relacionada con el cercano viaducto de Rairos, sobre el río Sil, perteneciente a la línea (de ferrocarril) Monforte-Palencia, la cual pasa por la base de esta Peña Sabel, entre ella y el río Sil.

Arias Sanjurjo dice que ese puente

fue hecho en parte con la piedra de esta fortaleza. Y añade que, según le contaron los viejos de la zona, sus muros aún tenían cuatro o cinco metros de altura cuando sus materiales fueron aprovechados para el puente.

Para terminar sólo nos queda mencionar que este Castro de Ares, cuya historia es tan desconocida, y que se encuentra justo donde comienza el cañón del Sil, fue la fortaleza que Arias Sanjurjo imaginó levantada para la defensa del Grial, el cual se hallaría en algún punto no claramente determinado de la Ribera Sagrada.

AGRADECIMIENTO:
A Juan Quiroga Barro, buen conocedor de la zona, por darme indicaciones precisas y exhaustivas –mapa incluido- para llegar a Castro de Ares. © Antón Rodicio 2011.