sábado, 29 de mayo de 2010

San Miguel de Ribas de Sil y monasterios limítrofes

En la segunda mitad del siglo XII, cuatro viejos monasterios de la ribera del Sil o próximos a ella, en la zona de la desembocadura del Mao: San Adrián, San Lorenzo, San Miguel y San Ciprián, pasaron a depender del de Montederramo. De dos de estos monasterios: San Adrián y San Lorenzo, se puede decir con precisión, si no cuál era exactamente el territorio que les pertenecía, sí al menos donde estaban sus edificios. Para los otros dos, sin embargo, la situación es muy diferente. En la literatura existente al respecto, no hay ninguna sugerencia de ubicación para San Miguel, y la que hay para San Ciprián me parece improbable.

En la presente entrada del blog se avanzará en la solución de esta cuestión, señalando el emplazamiento de San Miguel y haciendo algunas reflexiones encaminadas a la localización de San Ciprián.

Comenzaré hablando de los dos monasterios cuya ubicación es ya conocida.

SAN LORENZO

En un documento de 1155 (reseñado por Luis Sanchez Belda en “Documentos reales de la Edad Media referentes a Galicia”, nº 281), el rey Fernando II concede a su capellán D. Rodrigo Menéndez el monasterio de San Lorenzo de Caldelas, cerca del Sil, entre los monasterios de San Ciprián y San Adrián: “… monasterio qui vocatur Sanctus Laurentius, et iacet in terra de Caldelas, loco certo, iuxta flumen quod dicitur Sil, inter duo monasteria, scilicet Sancti Cipriani et Sancti Adriani”.

Este es el monasterio de San Lorenzo al que nos referimos, y no hay duda de que estaba en el actual lugar de San Lorenzo,

sede de la iglesia parroquial de San Lorenzo de Barxacova.

El templo actual no parece ir más allá del siglo XVIII, pero tanto en sus muros

como en los de algunas casas del pueblo,

hay piedras que pertenecieron a edificios mucho más antiguos.

SAN ADRIÁN

De San Adrián, que acabó siendo el centro de las posesiones de Montederramo en esta zona de la ribera del Sil, es del que más información se conserva de los cuatro. Hay documentos de Celanova y de la catedral de Lugo que hablan de su importancia en el siglo X, e indican que ya existía como monasterio en el siglo VIII. Su independencia duró, como ya hemos dicho, hasta el siglo XII. En 1168 ya estaba en poder de Montederramo: lo prueba un documento de Fernando II fechado en ese año, por el cual cota al abad Sancho y al monasterio de Montederramo ciertas propiedades que le había donado previamente, entre ellas: Junqueyra, San Adrián de Ribas de Sil, y Seoane de Cova. (Quiero señalar que yo no tuve ocasión hasta el momento de leer este documento que acabo de mencionar, y que tomo esta información de la página 20 del artículo de Miguel Ángel González García “Pequeños monasterios de la Tierra de Caldelas (Orense)”, Miscelánea Samonense. Homenaje al P. Maximino Arias, O.S.B., Lugo 2001).

Lo que queda en la actualidad de este monasterio de San Adrián se encuentra al borde mismo de la carretera de Parada del Sil a Castro Caldelas por la ribera del Sil, exactamente a la parte de arriba de la curva a la derecha anterior a donde sale de esta carretera la pista asfaltada que sube a San Lorenzo. Se conserva un edificio entero y vestigios medievales en otro. El edificio es el de los últimos tiempos de San Adrián como granja-priorato de Montederramo


y, según Juan Carlos Rivas Fernández (“Monasterios prerrománicos orensanos”, en “La Ribeira Sacra. Esencia de espiritualidad de Galicia”, Xunta de Galicia, 2005, pag. 64) se empezó a construir a mediados del siglo XVII. Los vestigios medievales: una ventana ajimezada y tres canecillos, están en la pared occidental de la casa recientemente restaurada que se encuentra al lado del anterior.


Joaquín Arias Sanjurjo, que visitó la zona en 1914 y escribió a raíz de esa visita un artículo en el Boletín de la Comisión de Monumentos de Orense ese mismo año, dice que la casa estaba recién construida en aquel momento, y que se edificó en el solar de la iglesia del monasterio aprovechando (precisamente en esa pared occidental) parte de la fachada de la iglesia. Rivas Fernández señala, sin embargo, que ahí no estaba la iglesia sino el “cellarium” o “apotheca” medieval (es decir, la bodega y almacén de los víveres recogidos en esa zona de la ribera de la que San Adrián era el centro).

Arias Sanjurjo también habla de la existencia de los cimientos de lo que la tradición local de aquella época creía la capilla de las monjas, en lo cual quiere ver él una prueba de que el monasterio fue dúplice (de monjes y monjas). Y efectivamente lo fue, según se deduce de un documento estudiado por Antonio García Conde en el Boletín de la Comisión de Monumentos de Lugo (tomo 1, año 1942).

Ahora que ya hemos hablado de los dos monasterios cuya ubicación es conocida, pasemos a los otros dos.

SAN MIGUEL

Dice Juan Carlos Rivas Fernández en la página 65 de su artículo más arriba citado: «Todavía se habla de la antigua existencia por aquí, en estos términos de Sacardebois, de otro antiguo cenobio dedicado a San Miguel, al parecer femenino, pero del cual no se tienen más noticias». Ciertamente las noticias son escasas. Yo al menos no conozco otras que las contenidas en el documento de 1152 por el cual Alfonso VII dona este monasterio al de Montederramo (ver Luis Sanchez Belda, “Documentos reales de la Edad Media referentes a Galicia”, nº 260). Pero esta escasez no es obstáculo para que se pueda determinar con toda exactitud su ubicación. Y ello gracias a que el topónimo “San Miguel” se conservó en la zona hasta la actualidad (o al menos hasta hace catorce años), y a que los datos que aporta el documento son suficientes para comprobar que el topónimo corresponde verdaderamente al monasterio en cuestión.

El último día de agosto de 1996, en el transcurso de una visita de inspección por la zona, pregunté a una señora del pueblo de San Lorenzo, de unos sesenta años y de nombre Margarita, si conocía algún sitio por los alrededores que se llamase «San Miguel»; y ella, muy amablemente, me acompañó hasta el borde oriental del pueblo, y mirando hacia las viñas que descendían por la ladera de la margen izquierda del Mao, respondió a mi pregunta señalándome el sitio y dándome las indicaciones pertinentes para que pudiese llegar cómodamente hasta él. Al final de ese día, yo escribí en mi libreta de notas lo siguiente:

«San Miguel de Ribas de Sil estaba situado en la ladera de la montaña, a medio camino entre el pueblo de San Lorenzo y la carretera, entre las viñas.

»En su solar hay actualmente unas construcciones que los lugareños llaman “chozos”. Uno de ellos sobre todo sorprende por la perfección y el grosor de sus muros. Esos chozos eran usados para guardar los aperos de labranza de las viñas. Hoy están abandonados y, como muy poco, ya sin tejado.

«Las piedras de los muros de las viñas en las proximidades llaman la atención por su labra y su regularidad.

«Me informaron de que por allí se veían aún recientemente sepulturas antropomorfas, del tipo de las de San Víctor. Hoy quizá existan aún, ocultas entre la maleza.

«Es todo cuanto queda del antiguo monasterio donado por Alfonso VII a Montederramo en el siglo XII.»

En la siguiente foto, tomada desde el mirador de Cristosende, se señala con exactitud el lugar:

y en esta otra, aérea, procedente de Google Earth, además de San Miguel y San Lorenzo, aparece también San Adrián:

A continuación, uno de los “chozos”:

un muro:

y una piedra de las que no son habituales en los muros de las viñas, y que quizá proceda del monasterio de San Miguel:

La documentación completa del monasterio de Montederramo sigue sin ser publicada, pero el ya citado documento de 1152 de la donación por Alfonso VII de San Miguel de Ribas de Sil, lo publicó B. Paradela en el tomo X del Boletín de la Comisión de Monumentos de Orense. En ese documento se lee que la donación es:

“… cum omnibus suis directuris sicuti exterminat cum illo monasterio sancti Cipriani et sancti Laurentii et sancti Adriani, et exinde sicuti vadit ad fluuium de Sil; exinde sicuti uadit ad fluuium de omau et sicut discurrit fluui de omau usque ad Sil”.

De esta información se sigue (teniendo en mente lo que ya hemos dicho sobre la ubicación de San Lorenzo y San Adrián, y también el hecho de que San Lorenzo está entre San Ciprián y San Adrián), que el territorio del monasterio de San Miguel limitaba, sucesivamente, con el territorio del monasterio de San Ciprián, el de San Lorenzo y el de San Adrián hasta el río Sil; luego el límite seguía por el Sil, aguas arriba, hasta llegar al Mao; y a continuación, por el Mao, también aguas arriba, hasta cerrar la demarcación en el punto en que comenzó.

A continuación pondré un croquis de la situación de San Miguel con respecto a los otros tres monasterios y a los ríos Mao y Sil, sin pretender ninguna exactitud en las distancias ni en las formas, sino sólo en la posiciones relativas:

Para tener más exactitud (e incluso para saber si San Adrián llegaba o no llegaba realmente al río Sil, que yo me imagino que sí, pero no lo sé seguro porque, como dije más arriba, no he tenido ocasión de leer entero el documento de Fernando II de 1168) haría falta más información de la que yo dispongo en estos momentos. La documentación completa del monasterio de Montederramo sería seguramente de gran utilidad a este respecto (¡y a otros muchos!) si estuviese publicada.

SAN CIPRIÁN

Con San Miguel ya ubicado, intentaré decir ahora alguna cosa sobre la ubicación de San Ciprián, pero antes no estará de más dedicar unas palabras a San Víctor (cuyo nombre ya apareció dos veces en la presente entrada: una en el texto y otra en una foto).

San Víctor fue descubierto para la civilización, tanto en su vertiente de santuario como en la de necrópolis altomedieval, por Joaquín Arias Sanjurjo en su artículo de 1914 del Boletín de la Comisión de Monumentos de Orense, más arriba citado.

Arias llegó aquí bajando, poco menos que monte a través, desde la parte de Forcas y Senra, pero hoy lo más cómodo es ir en coche hasta San Lorenzo y seguir luego unos quinientos metros por un sendero que no presenta ninguna dificultad. Si se accede de este modo, lo primero que se divisa, cuando el sendero aún está a dos curvas de él, es el peñasco en cuya cima se levantó el santuario:

En el punto donde la peña se une a la montaña se forma una reducida plazoleta,

y un poco más allá quedan a la vista, en el suelo, tres tumbas talladas en la roca y orientadas perfectamente hacia el este:

Arias dice que por donde están estas tres vio unas siete más, las cuales seguramente seguirán ahí bajo la espesa maleza actual.

El peñasco tiene unos siete u ocho metros de altura sobre la plazoleta. Su cima es aproximadamente rectangular, de cinco metros de largo por cuatro de ancho, más o menos. En el acceso a esa cima se aprecia claramente donde estuvo la puerta de entrada a la capilla:

Cuando Arias estuvo allí ya nada quedaba de la edificación. Un anciano le contó que en su juventud la había destruido en unión con otros mozos, arrojando las piedras de los muros, que tendrían la altura de una persona, por el precipicio de más de cien metros que rodea la peña por todas partes salvo por el lado de la plazoleta.

Lo más llamativo de lo que ahora hay en la cima es una sepultura análoga a las tres anteriores, pero mejor conservada, al menos en lo que a la profundidad se refiere, y que estuvo en el interior del santuario:

A la derecha de ella, pero fuera ya del santuario, hay otra en mucho peor estado de conservación:

Después de estas palabras sobre San Víctor, pasemos ya a San Ciprián, y al problema de la ubicación de su solar, el único de los cuatro que ahora resta desconocido.

La donación de este monasterio al de Montederramo la llevó a cabo Fernando II en 1170. La reseña del correspondiente documento (que como el de San Adrián yo tampoco he tenido ocasión de leer en su totalidad) la publica Julio González en la pag. 413 de su libro “Regesta de Fernando II” (Madrid, 1943), y lo único de utilidad geográfica que en ella se añade a lo que ya hemos dicho aquí, es que San Ciprián estaba situado “a orillas del Sil, bajo el monte Penso”.

¿Cuál puede ser ese monte? Dado que, como ya hemos visto, San Ciprián está al sur de San Miguel y San Lorenzo, pudiera pensarse que el monte fuese ese en cuyo centro se ve en una de las fotos anteriores enclavado San Víctor (y en cuyas laderas están también San Lorenzo, San Miguel y San Adrián):

Pero yo no me atrevo asegurar que lo sea, entre otras cosas porque no soy capaz de imaginar una zona de la ladera de la montaña, hacia la parte del Mao, fuera de las que ocupan San Lorenzo y San Miguel, en la que pueda haberse edificado un monasterio, y menos aún un monasterio con un mínimo de tierras apropiadas para que los monjes se labrasen en ellas su sustento. Aunque no conozco exhaustivamente la montaña, no creo que haya un sitio con más espacio que el propio San Víctor, y ese espacio me parece harto insuficiente para un monasterio, por más pequeño que quiera imaginármelo.

Miguel Ángel González García dice en su artículo antes citado, basándose en documentos del Archivo de la Catedral de Orense, que hubo en la comarca, con posterioridad al siglo XII, una “iglesia parroquial de San Cibrao da Pena”, situada en lugar indeterminado, que quizá pudiese corresponder a nuestro monasterio. Y al tratar de buscarle ubicación, aventura como posible para ella, y por tanto para San Ciprián, el actual lugar de Pena, en la feligresía de Santa María de Chandrexa.

Encontrándose San Ciprián al sur de San Lorenzo, y el citado lugar de Pena, en cambio, a orillas del Sil a más de cuatro kilómetros al oeste de San Adrián, tal ubicación para el monasterio medieval me parece improbable. Imposible no es, porque podría pensarse que el territorio de San Ciprian, aún empezando en el Mao al sur del de San Miguel, fuese más largo que el de San Lorenzo y el de San Adrián para llegar al Sil al oeste del territorio de ambos. Pero aún no siendo imposible, una tal distribución no me parece muy verosímil.

Si hay que elegir llevar San Ciprián tan lejos de la zona de San Víctor, otra posibilidad podría ser (puesto que tiene que estar al sur de San Lorenzo) la de subirlo hacia Senra o Forcas. Pero esto tiene el inconveniente de alejarlo del Sil, cosa que no puede hacerse demasiado ya que el documento de 1170 dice que estaba a orillas del Sil.

Volviendo a esa parroquia de San Cibrán da Pena, los datos que Miguel Ángel González García proporciona, me parecen, cuando menos, curiosos. Según él, pertenecían a esa parroquia los lugares de Escalada, Espartida, Margarida y Pradomao. Escalada desconozco donde se encuentra (salvo que sea As Escavadas, al lado de Senra), pero los otros tres nombres aparecen señalizados en el siguiente mapa:

Espartida está (escrito como As Partidas) junto a la desembocadura del Mao; Margarida, cerca de San Lorenzo, y Pradomao mucho más al sur: junto al embalse de Edrada. La parroquia en cuestión llegaría, según esto, desde Pradomao hasta la desembocadura del Mao en el Sil, y también hasta el lugar de Pena. Mucha extensión parece para una parroquia. Sin embargo, yo tengo, en realidad, información adicional que tiende a corroborar estas largas distancias, sino hasta Pena, sí al menos desde la zona de Pradomao hasta la zona de San Lorenzo. Se trata de lo siguiente. En el verano de 1995 (cuando recababa datos para reconstruir el itinerario de la “vereda maiore” de Astorga hacia el castillo de Litoria) un anciano de Ivil me dijo que antiguamente los de esa aldea se iban a enterrar al cementerio de San Lorenzo. Debo confesar que esta información me pareció en aquel momento tan falta de sentido que no le presté mucha atención. Pero ahora, a la luz de lo que dice Miguel Ángel González, empieza a tener visos de verosimilitud.

Pondré aquí el punto final, al menos por el momento, a esta entrada del blog. Quedan cuestiones pendientes. Cuestiones en las que estoy convencido que se podrá avanzar sustancialmente en cuanto la documentación completa de Montederrramo esté publicada. Ojalá eso ocurra pronto. © Antón Rodicio 2010.

lunes, 17 de mayo de 2010

El porto Senabreca y el camino antiguo que por él pasaba

El porto Senabreca fue descubierto para la civilización como el más fácil y el principal punto de paso del cañón del Sil, en mi artículo “El porto Senabreca y la posible vía romana Chaves-Monforte”, publicado en la revista de la Diputación de Orense “Raigame”, nº 10, año 2000, pags. 16-23 (después de que el Consejo de Redacción de la propia revista lo tradujese al gallego para adecuarlo a sus normas de publicación).

Este porto se encuentra situado en la última curva a la izquierda que da el río Sil antes de la presa del embalse de San Esteban, donde desemboca el arroyo de Lamateiro por la parte orensana y el de Camilo por la lucense.

Aparece mencionado como “Sanabreca” y “Senabreca” en el privilegio de restauración del monasterio de San Esteban de Ribas de Sil, otorgado por Ordoño II en el año 921 (ver el documento nº 1 del libro de Emilio Duro Peña sobre el monasterio de San Esteban de Ribas de Sil), como “Senabrega” en la confirmación de dicho privilegio por Alfonso IX en el año 1214 (ver el documento nº 11 del citado libro), y como “Seabrega” en 1517 (ver documento 291). A estas referencias se puede añadir también la mención de una iglesia de “Sancti Petri de Sanabrega” en el documento más antiguo conservado del monasterio de Santa Cristina de Ribas del Sil, año 876 (ver Boletín de la Comisión de Monumentos de Orense, tomo III, nº 48, Enero y Febrero de 1906).

La forma actual del topónimo es Xabrega, y ese nombre se aplica tanto a la parte lucense como a la orensana.

En cuanto a la etimología, ya dije en mi artículo antes mencionado que ”Senabreca” alude a un castro o poblado fortificado en una montaña.

Ese castro lo situé en la margen derecha del Sil, ese decir, la lucense, concretamente en la colina por cuya ladera oriental llega al Sil el arroyo de Camilo, y a la que llaman “O cotarro do castro”.

De que en ese sitio existió un castro, no hay ninguna duda. En el transcurso de las obras que en la base del “cotarro” se hicieron hacia finales del siglo pasado para ubicar uno de los embarcaderos del catamarán que surca el cañón del Sil, se encontraron restos antiguos, entre ellos molinos de mano. Pero no es necesario recurrir a lo que allí pueda haber enterrado o cubierto por la maleza: con lo que hay a la vista es más que suficiente para convencerse. Por toda la ladera occidental se ven multitud de piedras,

algunas de ellas decoradas con motivos geométricos,


y muchas aprovechadas para los muros de los bancales de las viñas.


Todas estas piedras provienen, evidentemente, de las viviendas y de las murallas del castro. Salta a la vista que el tamaño de las piedras y el espesor de los muros de los bancales es directamente proporcional a la distancia al castro. Y hay sitios, como en la bajada hacia el arroyo de Camilo por la ladera noroccidental,

en que el grosor y la altura de los muros es tan desproporcionado para lo que necesitan las viñas,


que parece como si quienes los construyeron no supiesen que hacer con tanta piedra y tuviesen que amontonarla para hacerle sitio a las cepas.

Además de este castro de la margen lucense del Sil del que ya hablé en mi artículo citado, se encuentran en la margen orensana los restos de lo que parece haber sido otro núcleo de población, al que podría aludir también el topónimo Xábrega, y que no mencioné en el artículo por ser en aquel momento desconocido para mí. Me refiero a la zona que las gentes de Villar de Cerreda llaman “O corredor dos mouros”, y que es un rectángulo de unos 300 metros de largo por 50 de ancho, situado en la margen izquierda del arroyo de Lamateiro en un tramo próximo al final de su recorrido. Comienza en la llamada “Curva da ferradura”, que es la curva de 180 grados que en las proximidades del arroyo da la carretera que desde el pueblo de Loureiro baja hacia la central de San Esteban, y se extiende en dirección al Sil hasta una gran peña

que, por tener en su base un corredor que la circunda

(sobre un precipicio de más de 100 metros de altura), la llaman “O corredor dos mouros” y da nombre a toda la zona.

La parte interesante del rectángulo es su segunda mitad en dirección al Sil. Una cresta rocosa que la divide longitudinalmente es el único sitio por el que se puede caminar con cierta seguridad. Todo lo demás está cubierto de maleza. De la maleza sobresalen, a un lado y a otro, peñas entre las que se adivinan grandes desniveles. Más allá está el abismo, imponente hacia el arroyo, pero también considerable hacia el lado opuesto.

Lo más llamativo son las ruinas de una construcción cuadrada, de gruesos muros de piedra, que las personas de más edad de Villar de Cerreda dicen que lleva ahí desde tiempo inmemorial, y que diferencian perfectamente de los restos de “chozas” y “sequeiros” (de muros mucho más sencillos y piedras mucho más pequeñas) que hay por la ribera. Estas ruinas están próximas al borde del rectángulo por la parte opuesta al arroyo, al lado de una peña que tiene una oquedad hacia un precipicio de 10 o 15 metros de altura. Al conjunto de las ruinas y la peña le llaman “A cociña dos mouros”.




Al parecer hay más ruinas de este tipo, aunque en peor estado de conservación, en esta segunda mitad del rectángulo; pero la presente es la única que la maleza deja al descubierto.

A la vista de todo esto es inevitable sospechar que estamos ante los restos de un castro (tal vez más pequeño que el de la margen opuesta del Sil). Un dato toponímico adicional de esta zona concreta, contribuye a intensificar esta sospecha. El nombre con el que las gentes de Villar conocen al arroyo de Lamateiro en esta última parte de su curso, es “regato de Castrelo”; y el topónimo “Castrelo” significa “castro pequeño”.

Otro punto importante de esta margen orensana del Sil, es la zona llamada Pedome, situada enfrente de “O corredor dos mouros”, al otro lado del arroyo y a mucha mayor altura, y perteneciente al vecino pueblo de Santiago de Cerreda.

(La siguiente foto muestra una vista de “O corredor dos mouros" desde Pedome.)

La procedencia del nombre “Pedome” no está del todo clara. Es posible que tenga relación con la huella de un pie humano; de hecho hay un lugar en esa zona que recibe el nombre de “As pisadas de Nuestro Señor”.

Al igual que en el caso de “O corredor dos mouros” y del castro de la margen lucense, se cuentan sobre Pedome infinidad de leyendas de mouros, y en particular, de las luchas de Santiago contra ellos. En Pedome hay incluso una piedra en la que están, según una de estas leyendas, las marcas dejadas por los golpes de la espada del apóstol en el transcurso de esas luchas.

Por otra parte, hay también en Pedome, en la ladera oriental, una “Cova dos mouros” aún por explorar.

En este porto Senabreca hubo una barca para atravesar el Sil hasta que la construcción del embalse, en la década de los 50 del siglo pasado, cortó la estrecha comunicación que siempre había habido entre las dos márgenes. Los de la parte orensana utilizaban esa barca para ir, entre otros sitios, a la feria de Sober, y los de la parte lucense para peregrinar a la ermita de la Virgen del Monte y al santuario de Los Milagros, del que eran muy devotos.

En Santiago de Cerreda se conserva memoria de que «antiguamente» en las épocas en que el río traía poco caudal, se ponían en este lugar unos tablones sobre unas barcas y de ese modo se lo podía atravesar más cómodamente.

¿Hubo alguna vez un puente en ese porto, un puente de verdad, más allá de ese esporádico puente de barcas? Entre las leyendas de Pedome que no hacen referencia a Santiago, hay una que se acerca a esta cuestión. Se trata de la del gallo blanco y el gallo negro, que yo oí contar muchas veces en mi infancia en Santiago de Cerreda. Según esta leyenda, los mouros consideraron la posibilidad de construir un puente desde Pedome hacia la parte de Lugo, y para decidir si llevarían o no a cabo la obra, recurrieron a dos gallos, uno blanco y otro negro. Construirían el puente si cantaba el gallo blanco. Pero he aquí que cantó el gallo negro, y por tanto la construcción no se realizó.

Muchos años después de haber oído esta leyenda me enteré de que hacía referencia a un hecho real. En efecto, como ya he dicho en mi artículo más arriba mencionado, los vecinos de más edad de Villar de Cerreda atestiguan que en el fondo del embalse se encuentran los pilares de un puente cuya construcción no llegó a finalizarse. Le llamaban “O pear da ponte” al pilar que está de su lado, y las gentes de la otra margen del Sil le llamaban de modo similar al que está del suyo.

A pesar de estar en desacuerdo con la leyenda y con lo que dicen los vecinos, puede uno preguntarse si esos pilares no corresponderán realmente a un puente que estuvo en funcionamiento y después se arruinó, en lugar de a un puente cuya construcción no llegó a finalizarse. La respuesta a esta pregunta, la ignoro. Y también ignoro a qué época pueden corresponder esos pilares, que yo nunca vi.

¿Y para qué camino importante se pensó ese puente? Probablemente para una vía romana que partiendo de Chaves (Portugal) y pasando por Verín, subiese hasta la ermita de la Virgen del Monte, bien por la falda de la sierra de San Mamed y Pardeconde, o bien por las proximidades del santuario de Los Milagros, Maceda y el Alto do Couso, para bajar después por Parada Seca y Villar de Cerreda a este porto Senabreca, y continuar desde aquí hacia Monforte con posible prolongación a Lugo. Esto es lo que traté de argumentar en mi artículo. Y aunque en él me incliné más por la posibilidad de la falda de la sierra de San Mamed y Pardeconde que por Los Milagros y Maceda, la verdad es que las dos me siguen pareciendo interesantes y verosímiles.

AGRADECIMIENTO:
A Rocío Rodicio Incio, vecina de Villar de Cerreda, a quien oí hablar por primera vez de “O corredor dos mouros”, por proporcionarme información sobre ese lugar (recogida en Villar de Cerreda) y por acompañarme en una visita a él el 13-5-2010.

sábado, 15 de mayo de 2010

La Cigadoña

Si uno sale de La Puebla de Trives por la carretera de Montefurado, dejará primero a la derecha el Pazo de Paradela (convertido en casa de turismo rural),

atravesará luego el pueblo de Barrio,

y llegará, justo donde la carretera comienza el laborioso descenso en zigzag hacia el punto en el que el río Navea se diluye en el Bibey, a un sitio

cuyo aspecto actual no deja traslucir a primera vista el menor vestigio histórico.

El lugar se llama La Cigadoña, y aunque lo único que resalta ahora en él son esas dos torres de alta tensión, según el Diccionario Madoz (Pascual Madoz, “Diccionario Geográfico-Estadístico-Histórico de España y sus posesiones de ultramar”, Madrid, 1846; tomo IV, pag. 51, voz Barrio [San Juan de]) este fue en otros tiempos el solar de un castillo y palacio. Lo que el diccionario dice textualmente es:

“Junto a la unión de los ríos Navea y Bibey, y sobre un cerro, existen los restos del castillo y palacio llamado la Cigadoña, el cual se hallaba cercado de fosos y contrafosos; en sus inmediaciones se han encontrado monedas de Claudio Caligula, Augusto y otros que conserva el ilustrado arcipreste de Tribes D. Tomás Álvarez Pérez”.

Lo más interesante de lo que actualmente no cubre la maleza es el montículo situado al lado de la primera torre de alta tensión.

Semeja estar construido artificialmente, por amontonamiento de piedras y tierra, y en su cima y en sus laterales hay gran cantidad de trozos de tejas y ladrillos, posiblemente de época romana.

Los restos de fosos y contrafosos a los que alude el Diccionario Madoz se ven y se adivinan perfectamente por toda la zona, pero la maleza impide la visibilidad y el acceso a la parte alta del cerro más allá de ese montículo, con lo que no es fácil hacerse una idea de lo que allí pudo haber habido. Una excavación arqueológica sería muy recomendable, y lo adecuado para salir de dudas.

Apuntemos también que, según indicaciones de las gentes de los alrededores (en el verano de 1996; pero yo no he bajado a comprobarlo), en la ladera del monte, después de la segunda torre, siguiendo la línea de los cables monte abajo, está la entrada de una cueva o túnel.

Para terminar, preguntémonos: ¿tendría algo que ver este posible castillo romano de La Cigadoña con el oro del Sil? Pudiera ser. Desde este lugar se domina toda la bajada hasta la desembocadura del Navea en el Bibey


y gran parte del cañón de este último río hacia Montefurado, que está a poco más de dos kilómetros de esta desembocadura, y en donde, como es bien sabido, los romanos realizaron la imponente obra de desviar el curso del Sil mediante un túnel de ciento veinte metros de largo excavado en la roca,

para poder extraer el oro que río arrastraba lavando el lodo de la antigua cuenca. © Antón Rodicio 2010.

viernes, 7 de mayo de 2010

La iglesia de San Juan de Covas y la Vía Nova en un documento del siglo X

En la “Colección Diplomática del Monasterio de Celanova (842-1230)” de Emilio Sáez y Carlos Sáez, publicada por la Universidad de Alcalá de Henares entre los años 1996 y 2006, aparece (con el nº 182) un documento del año 976, por el que el confesor Ero Fafilani dona al obispo [San] Rosendo y a los monjes de Celanova, por la salvación de su alma, una heredad en el lugar llamado ‘Covas’ y ‘Lamas de Zaniti’, entre los montes ‘Toro’ y ‘Barosi’, junto al río Mao menor y la iglesia de San Juan.

Hasta donde yo conozco, esta “iglesia de San Juan” no ha sido correctamente identificada, y eso es lo que me propongo hacer en la presente entrada del blog.

La referencia exacta a dicha iglesia en el documento citado, es:

“… et est ipsa uilla in locum predictum ubi dicunt Couas et Lamas Zaniti, inter monte Toro et monte Barosi, discurrente riuulo Humano minore, et inde iuxta eclesiam uocabulo Sancti Iohannis usque in calzata”.

De los nombres de lugares y accidentes geográficos que aquí aparecen, hay uno que no ofrece dudas: el “riuulo Humano minore”. En efecto, se trata del llamado río de Edrada (ver, por ejemplo, la Wikipedia, voz “Río de Hedrada”), afluente por la izquierda del “Humano” de los documentos medievales, es decir, el Mao (el río de Montederramo, que desemboca a su vez en el Sil en las inmediaciones de Barxacova).

Identificado el río, pasemos a los montes. El “Barosi” pudiera ser la Cabeza de la Meda, que en otros documentos antiguos (como por ejemplo el nº 21, año 923, de la referencia citada) aparece como “monte Baron”. El “monte Toro”, por su parte, no sé exactamente cuál es, pero si coincidiese con uno del mismo nombre que se menciona en un documento de 1157 (lo cual es razonable suponer), entonces habría que buscarlo hacia la sierra de San Mamed. Me refiero al documento que aparece con el nº 290 en Luis Sanchez Belda, “Documentos reales de la Edad Media referentes a Galicia”, por el cual Fernando II dona a Velasco Menéndez la villa denominada Gavin, lindando entre otros términos con los de la iglesia de San Mamés de Monte Toro. Este “Gavin” es con toda probabilidad el actual pueblo de Gabín del ayuntamiento de Montederramo, y el monte en cuestión no puede andar muy lejos. ¿Se referirá a la sierra en su conjunto (que en la siguiente foto aparece vista precisamente desde la Cabeza de la Meda),

o a las proximidades de su punto más alto, y será esa “iglesia de San Mames” la capilla que, reedificada, aún existe hoy allí?

¿Y el lugar llamado “Couas”? Si uno remonta en el Mapa Topográfico Nacional, escala 1:25.000, el curso del río de Edrada desde su desembocadura en el Mao hacia su nacimiento, no tarda en encontrar un tramo en el que recibe el nombre de Río de Covas, siendo Covas la sede de la parroquia de su nombre del ayuntamiento de Montederramo. ¿Será este Covas el “Couas” del documento de hace más de mil años? A su favor tiene los siguientes factores:

A) Está situado a no más de medio kilómetro del “riuulo Humano minore”.

B) Está entre la Cabeza de la Meda y la sierra de San Mamed.

C) La iglesia parroquial de Covas


está dedicada a San Juan.

Y a estos tres factores aún podemos añadir un cuarto:

D) La vía romana XVIII del Itinerario de Antonino: la llamada “Vía Nova”, de Braga a Astorga, pasa a unos 500 metros de la iglesia de San Juan de Covas (ver S. Alvarado Blanco, J.C. Rivas Fernández, T. Vega Pato, Anexo 25 al Boletín Auriense, pag. 52), de modo que la “calzata” que se menciona en el documento podría referirse a esta vía.

Creo que a la vista de todo lo dicho, pocas dudas pueden quedar de que la “eclesiam uocabulo Sancti Iohannis” es la actual iglesia de San Juan de Covas. © Antón Rodicio 2010.