
La explicación parece lógica, y uno no puede menos que entonar un amargo lamento por tanta información perdida, por tantos y tantos hechos de dos siglos y medio de la historia de esta tierra -y de la historia de Galicia en general- que quedarán para siempre en el olvido. No hay más que hojear el Tumbo de Celanova, el de Samos, el de Sobrado de los Monjes…, para hacerse una idea de cuánto nos robó ese hipotético incendio.
¿Queda alguna esperanza de que las cosas puedan cambiar algún día? Como soñar no cuesta nada, soñemos que sí. Sobre todo teniendo en cuenta la insólita manera en que llegó a la civilización el Tumbo de Samos, y que, mencionada escuetamente por Manuel Lucas Álvarez en la página 8 de su transcripción del códice, podemos imaginar así:
Un buen día de la década de 1980 se presentó sin previo aviso en la Facultad de Geografía e Historia de Compostela un señor con un paquete debajo del brazo. Después de intercambiar con el bedel de la facultad unas palabras sobre el motivo de su visita, fue enviado al Departamento de Historia Medieval. Preguntó por el director, y en cuanto estuvo en su despacho le puso el paquete encima de la mesa y le dijo: «Aquí le traigo un libro manuscrito del que yo no soy capaz de leer ni una sola palabra, pero que a lo mejor tiene interés para usted». Y el director y los demás especialistas vieron entonces atónitos que allí estaba, procedente del desván de la casa de un particular de Sarria, el preciado códice que llevaba desaparecido desde la malhadada exclaustración de 1835.
En el caso de San Esteban no parece nada probable que un acontecimiento semejante vaya a tener nunca lugar, esto es, que de algún desván o de algún olvidado rincón de alguna otra estancia, salga a la luz la documentación de los dos siglos y medios de oscuridad mencionados. Pero para los amantes de la historia de esta tierra sería impagable que tal cosa sucediese. © Antón Rodicio 2011.
Excelente artículo.
ResponderEliminarSiempre los lugares cercanos a Ribeira Sacra como este, pueden ser considerados para el turismo
Gracias, Estela.
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